Siempre me ha parecido curiosa esa idea de que a los niños deben gustarles los clásicos, tan alejados de sus vivencias. Hace un par de años, trabajamos Platero y yo en Primero de ESO y utilizamos para ello Estampas de Platero y yo, una cuidada selección de textos de Juan Ramón Torregrosa editada por Vicens-Vives. La descripción detallada con profusión de adjetivos y la lentitud del texto les produjo un terrible rechazo y cierta exasperación. ¿Para qué se paraba a mirarlo todo? se preguntaban estupefactos los alumnos, duchos en visiones rápidas y superficiales. Los más simples preguntaban por qué no iba en coche. La mayoría no entendía la hiperestesia de Juan Ramón. Y así, en todo.
Antes de enfadarme y fulminar su osadía con un examen sorpresa, pensé que quizá mi enfoque era erróneo y debía actualizar la obra, aunque me negaba a hacer una adaptación, esa lectura digna de un rumiante, modelo yo mastico-yo digiero-yo devuelvo-tú recoges. Este año, en vez de replegarme, me puse a escuchar los signos de los tiempos e invertí el proceso con Songify , la app estrella de Smule, que permite que grabemos nuestra voz y la convierte en canción. La mayoría de los ritmos son de pago, pero suele liberar alguno cada día. Así que, dimos un ritmo distinto al texto, más digerible a nuestros actuales oídos. El resultado tiene formato mp4 y es compatible todos los editores de podcasts. En este caso, usé Podomatic como plataforma por su sencillez. He aquí el resultado:
El ejercicio tuvo un carácter lúdico, pero les obligó a leer y a escuchar el texto varias veces.
Sin embargo, no todo el mundo en el aula gusta de filigranas auditivas. Propuse a un grupo con alguna dificultad de atención que, tras una puesta en común, decidieran qué colores percibían en el texto y que, mientras escuchaban el podcast, plasmaran en imagen lo que les inspirara respetando la paleta acordada.
Se reunieron en torno al ordenador del aula. La herramienta elegida fue Queeky porque puede recoger el proceso en formato GIF dinámico y les permitía reflexionar a posteriori sobre su composición. Sin embargo, no podía dejar ambas propuestas por separado. La cohesión del grupo-clase es primordial. Me propuse entonces unir las dos composiciones en Kizoa , un editor de imagen fresco y sencillo. Echad un vistazo al proceso:
Sin embargo, aún quedaba otro grupo más pendiente del móvil que del texto. No les puedo criticar: el mobile learning es el aprendizaje del futuro. Echando mano de nuevo al arsenal de apps que nos invade, escogimos Video Star. Esta estupenda aplicación gratuita permite grabar video clips a través de capturas de pantalla. Sus poderosos efectos visuales dan resultados magníficos. He aquí el ejemplo en Youtube:
Si el objetivo era leer a Juan Ramón, éste quedó más que cumplido. Más aún, los alumnos hicieron suyo el texto, lo actualizaron, lo rehicieron y lo modificaron a su gusto. La sinergia entre las distintas herramientas (Appsmashing) se utilizó en provecho del fomento de la lectura, el trabajo colaborativo y la expresión de la innata creatividad, curiosamente castrada tantas veces en clase de Literatura. El Loco y Juan Ramón forman ahora parte de su bagaje. Les pertenecen. Se entienden.
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